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FOTOGRAFIAS CONTEXTO HISTORICO

Entre 1946 y 1960 se acentuó la falla estructural que dividía el norte y el sur de la ciudad, a partir de la línea de demarcación establecida por la calle Mayor, Puerta del Sol y Neptuno, que después encontró su proyección en el área metropolitana.

 

Pronto se demostró la imposibilidad de que el Plan Bigador regulase el crecimiento urbano de Madrid, más que por razones técnicas, por la confluencia de varios factores interrelacionados, en los que sobresalieron tres: la especulación del suelo, el dejar hacer de la autoridad municipal y las carencias en infraestructuras. El crecimiento urbano resultante desbordó las previsiones iniciales y resultó caótico en todos los órdenes, pero fue productor de extraordinarias plusvalías. Su manifestación extrema fue el fenómeno del chabolismo y la infravivienda, que durante la dictadura franquista se acentuó extraordinariamente.

En 1956 existían en Madrid y su entorno próximo más de 50.000 chabolas, sin contar los problemas de infravivienda, hacinamiento y realquiler, que definían bolsas de deterioro urbano de difícil solución. Los Poblados Dirigidos y de Absorción creados en 1954: Almendrales, Canillas, Caño Roto, Entrevías, Fuencarral, Manoteras, Orcasitas, San Cristóbal, San Blas, Gran San Blas, Virgen de Begoña y la Elipa, no lograron paliar la situación.

Tampoco alteró el panorama el Decreto contra asentamientos clandestinos de 23 de agosto de 1957, ni la puesta en marcha del Plan de Urgencia Social de Madrid, destinado a construir 60.000 viviendas en dos años, bajo la dirección del Ministerio de la Vivienda, que a pesar de sus intenciones, a la hora de la verdad, no consiguió erradicar el chabolismo ni acabar con los problemas de la infravivienda y el hacinamiento.

 

El carácter marcadamente centralista de la dictadura llevó hasta sus límites el papel de Madrid como centro de la toma de decisiones políticas y económicas. Sin embargo, las dificultades del período autárquico no favorecieron el desarrollo y modernización del sector servicios madrileño. Un buen ejemplo de ello fue lo sucedido en el sector bancario, de las 59 oficinas bancarias de 1934 se pasó a 125 en 1950 y 236 en 1960, un moderado crecimiento que elevó en 25 años la ratio de 0,6 oficinas por cada 10.000 habitantes de 1934 a solo 1,1 de 1960. 

 

En esta época el centro financiero apenas modificó los límites del primer tercio del siglo XX, configurado por el cuadrilátero irregular formado por la Puerta del SolNeptuno-Cibeles-Callao, con la calle de Alcalá y la carrera de San Jerónimo como principales ejes vertebradores del sistema financiero, con su proyección hacia la Gran Vía. Trama urbana que hasta los años sesenta constituyó el centro neurálgico de la capital. Sede de la banca y las finanzas, de los principales organismos de la Administración, y espacio por excelencia del comercio de lujo, los primeros grandes almacenes y de los servicios complementarios —hoteles, restaurantes, salas de cine, teatros…—. Solo en los años finales del período autárquico, ante la densidad de ocupación y el encarecimiento del suelo, la expansión del sector servicios comenzó a ser relevante hacia las áreas de Chamberí y el barrio de Salamanca. 

 

 

Fragmento del libro Madrid, sociedad y espacio urbano de Madrid en el siglo XX. Ciclo de conferencias, Ayuntamiento de Madrid. 2010

 

 

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