El complejo levantado por Higueras en Hortaleza, en la porción correspondiente de la unidad vecinal -1.100 viviendas- que en colaboración con Antonio Miró, Crespí, Espinosa, Cabrera y Weber, inicia en la vida profesional de nuestro arquitecto su actuación en la Obra Sindical del Hogar.

El complejo, de la mano de Higueras, alcanza extremos sorprendentes; en la teoría arquitectónica de Higueras, uno de sus logros más humanamente afectivos. Casas de dos plantas, muy “a la madrileña”, de galería-corredor, recubiertas de vegetación floral, lugar de reposo y relación, cuyo acierto queda rendido en la sana vitalidad que ellas desbordan. Su acierto arquitectónico se apunta aquí como un acierto de vida, que es, en su doble vertiente, su mayor fortuna.

 

Hay que vivirlas en sus gentes, sus flores, su andar, de la mañana a la noche, en esta hora del sesteo, en que el sol aprieta, en las mañanas de sol del invierno, luciendo en fu familiar y comunicativo temblor. (El poblado fue seleccionado en París por un jurado internacional –Kahn andaba, que recuerde, entre sus componentes- como una de las doce mejores realizaciones arquitectónicas de todo el mundo que habrían de ser mostradas en el X Congreso de la UIA –Unión Internacional de Arquitectos- en Buenos Aires en 1970.)

 

El pensamiento estructural y formal de la arquitectura de Higueras a lo largo del tiempo y que aun en piezas de tan diferente dicción, como la Unidad vecinal de Hortaleza y el Instituto de Restauración, apuntan inclinaciones semánticas de muy honda semejanza sentimental.

 

Fragmentos del libro Artistas españoles contemporaneos, Fernando Higueras. Jose de Castro Arines, 1972